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jueves, 3 de enero de 2019





Enhiesta está su testa



P. Antonio Márquez Fernández, S.D.B.



Enhiesta está su testa hacia la altura

y sus ojos varados en el cielo.
Al pecho sus dos manos, con gran celo,
joyas de gracia celan y hermosura.

La túnica que viste, la blancura

pidió al hermoso lirio, honor del suelo,
y el manto de zafir que huye de vuelo
signo es -ondea-, de la tierra oscura.

Le sirven de peana níveas nubes

y cantan, jubilosos, su grandeza
entre celajes coros de querubes.

El diente del dragón a su limpieza

atenta, al que Ella rompe con su planta.
¡La Inmaculada es, estampa santa!

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