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lunes, 3 de diciembre de 2018

Comienza el camino que nos lleva a Belén

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ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios

Comienza el camino que nos lleva a Belén
2 DICIEMBRE, 2018 / RMMC
Primer domingo de adviento. Un nuevo comienzo, el primer domingo de un nuevo año litúrgico. Como cristiano me siento lleno de alegría porque camino con la Iglesia que me guía hacia la Navidad en este viaje espiritual hacia el nacimiento de Jesús. La Iglesia es la mejor guía para el hombre, una madre espiritual repleta de sabiduría, perfectamente guiada por el Espíritu Santo. Sus tiempos litúrgicos, planificados minuciosamente, son la expresión de esta hermosa sabiduría que nos llevan a los eventos principales en la historia de la salvación, desde la creación, que se recuerda durante la Vigilia Pascal, hasta la venida del Señor en gloria, motivo de aprendizaje continuo.
Hoy me siento muy feliz con este tiempo de espera del Señor, porque ya siento el soplido maravilloso que trae la Navidad. Quiero durante estos días mantener en el corazón este gozo inmenso que se irá acrecentando con el paso de los días: sí, el Señor viene, ¡y viene de verdad! Y no sólo viene, está cerca de nosotros. ¡Viene porque quiere cumplir sus promesas!
Es hermoso pensar que el Adviento se asemeja a la Cuaresma porque es también un tiempo para la conversión interior; en este caso el de encontrar la presencia viva de Jesús como la fuente de la verdad y de la alegría. Y en este tiempo de Adviento uno no camina solo. Lo hace de la mano de María, la Madre; y de San Juan Bautista, el precursor de Jesús. Los dos esperan al Señor con un gozo inmenso; los dos viven en la intimidad al que tiene que venir; los dos manifiestan su verdadera vocación. María la de encontrarse con el Niño que le ha anunciado el Ángel de Dios. San Juan la misión de anunciar al Mesías; como ellos uno ya conoce al Señor pero en este tiempo me siento invitado a reavivar mi deseo de conocerlo con más profundidad. El encuentro con Él me ayuda a comprender el significado de mi propia vida. Es ante Jesús que realmente uno se hace consciente de quien es.


¡Señor, inicio el camino del Adviento para acercarme más a Ti, para conocerte en la intimidad de la vida, para profundizar sobre mis errores y para llegar a la Navidad con un corazón puro, limpio, cristalino y esperanzado! ¡Quiero llegar a la Navidad y sentir el profundo amor que sientes por mi, ese amor tan grande que nos convierte en criaturas nuevas! ¡Señor, ayúdame a comprender en este tiempo que Dios viene por medio tuyo para compartir mi vida y que soy un auténtico hijo de Dios! ¡Estoy contento, Señor, porque desde hoy y en cuatro semanas acogeré en mi corazón esta presencia que todo lo transforma! ¡Concédeme la gracia, Señor, de permanecer atento, de estar despierto cada día, de seguir la luz para contemplar la Luz verdadera que se va acercando, esa Luz que eres tu llena de alegría, de amor y de esperanza! ¡Deseo, Señor, cobijarme bajo esta luz porque quiero y necesito recibir tu amor! ¡Señor, ayúdame a que todo lo que me suceda durante estas cuatro semanas sean para acercarme más a ti, que todo lo que haga sea con el corazón abierto, que mi corazón sea un corazón sincero que espere tu venida! ¡No permitas, Señor, que me invada la rutina, ni la tibieza, ni el aburrimiento, ni la dejadez sino haz que mi oración sea viva y esperanzada! ¡María, ayúdame a que cada momento de mi vida como lo fue la tuya sea un momento de espera y ofrenda feliz! ¡María, tu Hijo vendrá en Navidad, depende de mi abrir mi corazón, estar vigilante y preparado para recibirlo, guíame Tu en el camino para llegar a Jesús y postrarme ante Él en el portal de Belén! ¡Ayúdame a prepararme bien para la inmensa alegría de la Navidad!

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