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martes, 25 de septiembre de 2018

Una gran armadura espiritual: ¡Tres Avemarías por la pureza!

sosteniendo rosario madera ambas manos orando


No importa cuán ocupado estemos, podemos buscar tiempo para esta simple, rápida y poderosa devoción y tenerla como armadura espiritual  


“Porque, aunque vivimos en la carne, no combatimos con medios carnales. No, las armas de nuestro combate no son carnales, pero, por la fuerza de Dios, son suficientemente poderosas para derribar fortalezas…” (San Pablo, 2da Co. 10,3-4)

Cada día, nos enfrentamos a las tentaciones del pecado. Estas tentaciones tienen muchas formas. Algunos de nosotros luchamos contra un carácter explosivo, otros con el egoísmo, otros con la pornografía, otros aun con el materialismo y la avaricia. Por la Gracia de Dios, debemos superar estos pecados y darles muerte. Sin embargo, solo la fuerza de voluntad no es suficiente.


En el combate espiritual, necesitamos armas espirituales, así que hoy comenzaré una serie acerca de los instrumentos sobrenaturales que podemos usar en nuestra lucha contra el pecado y para nuestro crecimiento en la santidad.            

Tres Ave Marías
Como realicé esta publicación en la festividad de María Reina de los Cielos, pensé que sería apropiado discutir una devoción que pide la ayuda de María Reina de Los Cielos: La práctica de decir tres Ave Marías por la mañana y por la noche antes de acostarnos.

Esta simple pero poderosa devoción fue impulsada por muchos santos, incluyendo a San Antonio de Padua, San Leonardo de Puerto Mauricio y  San Alfonso Ligorio.

El propósito de esta devoción es pedir a Nuestra Señora por la gracia de vivir una vida santa día a día. Cada Ave María es en honor de cada una de las Personas de La Santísima Trinidad y pide una gracia específica.

En una visión dada a Santa Matilde de Hackerborn, la Santísima Madre describió la devoción en estos términos:

Por la primera Ave María, me pedirás en virtud del poder supremo que Dios el Padre me ha dado para fortalecerte en los combates y para defenderte en contra del poder del enemigo maligno.

Por la segunda Ave María, me rogaras, a través de la admirable sabiduría que he recibido de mi Hijo, que deje brillar la verdad en tu alma y disipar de ella la oscuridad de la ignorancia y del error.

Por la tercera Ave María, me pedirás por el fuego ardiente del amor con que el Espíritu Santo me infundio, que te de caridad ardiente que hará capaz de sobreponerte al miedo y a la lucha de la muerte.

Esta devoción es especialmente poderosa combatiendo pecados de lujuria.

San Alfonso, uno de los grandes promotores de esta devoción, recomendaba agregar esta pequeña oración al final:

"Por la pura e Inmaculada Concepción, oh María, haz mi cuerpo puro y mi alma santa”. 

Otra opción es orar:

"Madre, protégeme este día del pecado mortal"

No importa cuán ocupado estemos, podemos buscar tiempo para esta simple, rápida y poderosa devoción. Es una excelente pieza para la armadura espiritual, y si la practicas con fe, crecerás en santidad y encontrarás fortaleza para tu lucha contra el pecado.

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