Papa Francisco: Jesús prefería mil veces a los pecadores, antes que a ellos. ¿Por qué? Los pecadores decían la verda
"Si aprendemos a hacer el bien, Dios perdona generosamente todo pecado. Lo que no perdona es la hipocresía, la santidad fingida.", fue lo que expresó el Papa Francisco en la homilía de la Misa realizada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
Son muchas ya, las ocasiones en que el Santo Padre nos ha hablado acerca del demonio y la fuerza de seducción que él ejerce sobre cada uno de nosotros cuando no estamos en gracia de Dios.
Debemos cuidar nuestros corazón, que nuestros actos reflejen nuestra fe y obren siempre en pro de la verdad y el amor que Jesús nos ha enseñado. A continuación las Palabras del Papa Francisco:
Los santos fingidos, que ante el Cielo se preocupan más por aparentarlo, que por serlo de verdad, y los pecadores santificados, que más allá del mal hecho, han aprendido a hacer un bien más grande. Nunca hubo ninguna duda sobre a quién de ellos prefiere.
Una invitación a la conversión
¡Dejen de hacer el mal!, aprendan a hacer el bien, defendiendo a los huérfanos y a las viudas, es decir, aquellos que nadie recuerda, entre los cuales están también los ancianos abandonados, los niños que no van a la escuela y los que no saben hacerse la señal de la Cruz.
Detrás del imperativo y de la invitación está siempre la invitación a la conversión.
¿Cómo se lava el corazón?
Pero ¿cómo puedo convertirme? ¡Aprendan a hacer el bien! La conversión. La suciedad del corazón no se quita como se quita una mancha: vamos a la tintorería y salimos limpios…
Se quita con el hacer, tomando un camino distinto, otro camino que no sea el del mal. ¡Aprendan a hacer el bien! Es decir el camino del hacer el bien. Y ¿cómo hago el bien? Es simple:
"Busquen la justicia, socorran al oprimido, brinden justicia al huérfano, defiendan la causa de la viuda".
Recordemos que en Israel los más pobres y los más necesitados eran los huérfanos y las viudas: hagan justicia, vayan donde están las llagas de la humanidad, donde hay tanto dolor… De este modo, haciendo el bien, lavarás tu corazón.
El Señor exagera: ¡pero es la verdad! El Señor nos da el don de su perdón. Y la promesa de un corazón lavado, es decir perdonado, viene del mismo Dios, que no lleva la cuenta de los pecados ante quien ama al prójimo.
El Señor es un exagerado en el perdón
Si haces esto, si vienes por este camino, al que te invito, nos dice el Señor:
"Aunque sus pecados fueran color escarlata, ustedes se volverán blancos como la nieve".
Es una exageración, el Señor exagera:¡pero es la verdad El Señor nos da el don de su perdón. El Señor perdona generosamente. "Pero, yo perdono hasta aquí, después veremos..." ¡No, no! ¡El Señor perdona siempre todo! ¡Todo!
Pero, si quieres ser perdonado, debes empezar por el camino del hacer el bien. ¡Éste es el don!
Los hipócritas: corazones mentirosos
El Evangelio del día presenta al grupo de los astutos, los que dicen cosas justas, pero hacen lo contrario, señaló el Santo Padre, añadiendo que todos somos astutos y siempre encontramos un camino que no es el justo, para parecer más justos de lo que somos, es el camino de la hipocresía.
Estos fingen que se convierten, pero su corazón es una mentira: ¡son mentirosos! Es una mentira…Su corazón no pertenece al Señor; pertenece al padre de todas las mentiras, al demonio. Y ésta es una santidad fingida.
Jesús prefería mil veces a los pecadores, antes que a ellos. ¿Por qué? Los pecadores decían la verdad sobre ellos mismos. "¡Aléjate de mí Señor que soy un pecador!", lo dijo Pedro, una vez. ¡Pero uno de ellos nunca dice esto! "Te agradezco Señor, porque no soy pecador, porque soy justo..."
[...] Hay estas tres palabras para pensar, meditar: la invitación a la conversión, el don que nos dará el Señor, es decir un don grande, un perdón grande, y la trampa. Es decir fingir que nos convertimos, pero tomar el camino de la hipocresía
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