Papa Francisco: Que Dios nos conceda, con la fuerza del Espíritu Santo, la gracia de discernir los signos de los tiempos
"Una Iglesia solo puede lograr su equilibrio como una bicicleta, solo cuando está en movimiento", así lo expresó el Papa Francisco durante su homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta, reflexionando sobre el papel central del Espíritu Santo en la vida del discípulo.
El Papa Francisco, hablando acerca de la cerrazón de los doctores de la Ley en el Evangelio de Juan (10,22-30), explicó cómo su observación de la ley se convirtió en rigidez.
"Desde que ellos mismos se colocaron en el centro, permanecieron intocables ante las obras que el Espíritu Santo realiza".
El Papa Francisco destacó la incapacidad de ellos de "discernir los signos de los tiempos" como un tipo de prisión:
Ellos recibieron una ley que era la vida, pero la "destilaron", la transformaron en una ideología y, por lo tanto, la sacudieron y le dieron vuelta y no fueron capaces de ir más allá. Cualquier cosa nueva para ellos era una amenaza.
Ser dóciles al Espíritu Santo
Lo opuesto es la verdad del hijo de Dios para quien el Espíritu Santo es central.
Los Hechos de los Apóstoles (11, 19-26) nos muestran a los primeros discípulos que eran dóciles ante aquello que era nuevo para ellos.
Esa es la actitud que los llevó a sembrar la Palabra de Dios en formas que no fueron probadas y verdaderas.
Ellos se mantuvieron dóciles al Espíritu Santo y lograron algo que fue más que una revolución. Pusieron a la Iglesia en movimiento y nos mostraron que una Iglesia solo puede lograr su equilibrio como una bicicleta, solo cuando está en movimiento.
Abrirse al Espíritu Santo
Hay dos formas contrarias para describir la reacción de una persona al aliento del Espíritu Santo: cierre o apertura. Es la apertura lo que que caracteriza a los discípulos y a los apóstoles
Ante el hecho de que siempre habrá resistencia al Espíritu Santo en la Iglesia, el Papa Francisco concluyó con esta oración:
Que el Señor nos conceda la gracia de saber cómo resistir a lo que debemos resistir, lo que proviene del maligno, que nos priva de nuestra libertad. Que sepamos cómo abrirnos a cosas nuevas, pero solo a aquellos que provienen de Dios.
Que él nos conceda, con la fuerza del Espíritu Santo, la gracia de discernir los signos de los tiempos para tomar las decisiones que debemos tomar en ese momento.
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