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sábado, 25 de agosto de 2018

En lo secreto

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ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios

En lo secreto —en la interioridad— de mi corazón es donde se observa toda la verdad que atesoro. En lo secreto de mi vida, en lo secreto de mis sentimientos o de mis pensamientos, en lo secreto de mis intenciones o de mis emociones, en lo secreto de mi espacio personal… en la profundidad de lo secreto, Dios todo lo ve. Observa lo bueno y lo negativo, la importancia de lo que hago, pienso y actúo. Por eso, mi intimidad con Él —y, por ende, con los demás— debe estar impregnada de verdad.
La gran mayoría de las recompensas que recibo en la vida son consecuencia directa de la relación de amistad, fidelidad, lealtad y confianza que, en lo secreto, manifiesto a Dios. Cuando busco en lo secreto a Dios siempre encuentro recompensa. Cuando trato de cubrir mi vida con máscaras de apariencia, cuando intento simular lo que no soy ante los demás rompo los cimientos de la autenticidad de mi relación con Dios. Cualquier cosa que haga en lo secreto, sea bueno o malo, tiene siempre una consecuencia.
El sentido de mi vida y mi honor debe ser agradar al Padre y complacerle, dirigir mis buenas obras directamente y en primer lugar a Dios. Ver a Dios detrás de mis acciones.
Dios únicamente entiende la voz de la autenticidad y la verdad. Mi secreto debe consistir en presentarle a Dios la verdad de mi propio corazón, libre de cualquier interferencia que pueda empañar mi verdad porque Dios ve con claridad en lo secreto lo que tantas veces yo no soy capaz o no quiero ver por mi mismo, la autentica verdad que llevo escondida en el corazón.


¡Señor, haz de mi una obra de amor hacia Ti! ¡Señor, Tu conoces a la perfección mi mente y mi corazón, otórgame la capacidad de hacer siempre el bien! ¡No permitas jamás, Señor, que la vanidad nuble mis acciones y me lleve a actuar solo para lograr el reconocimiento de los demás! ¡Ayúdame, Señor, a buscar únicamente tu amor y a imitarte en todo, especialmente en la humildad, la generosidad, la misericordia y el servicio a los demás! ¡Concédeme, Señor, la gracia de vivir para ti, con el fin de que todos los momentos y las circunstancias de mi día, de mi trabajo, de mis relaciones, de mis quehaceres familiares y sociales los viva por amor a ti! ¡Que pueda presentarme siempre ante Ti y ante los demás con toda la verdad! ¡Que pueda presentarte toda la autenticidad de mi corazón!



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