Atendiendo a una invitación de amigos y simpatizantes, Mons. Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Astaná (capital de Kazajistán), estuvo de paso por Lima en una breve pero muy fructífera estadía.
Hacia el final de la tarde del 6 de noviembre, Mons. Schneider ofreció en el local de la Asociación Santo Tomás de Aquino una luminosa disertación sobre el tema “El Centenario de Fátima, el reino de Cristo y el Futuro de la Familia”. Explicó en qué consiste el Reino de Cristo en las almas y la sociedad, destacando el papel fundamental de la familia en el plan divino para establecer su Reino en todas las naciones, y cómo los “errores de Rusia” señalados en Fátima —el comunismo y sus derivados— se proponen impedir la realización de ese plan, que de todas maneras se realizará porque así fue prometido por la Santísima Virgen.
Exposición que fue muy aplaudida y seguida de preguntas del numeroso público asistente. En vista del interés general, reproducimos a continuación las respuestas del prelado a las interrogantes que le fueron formuladas en la ocasión.
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Pregunta — ¿Cómo lograr que Jesús vuelva a ser el Rey de nuestra nación, en está época en que los católicos no poseemos una gran influencia política?
Mons. Athanasius Schneider — En los primeros siglos de la Iglesia los cristianos constituían una minoría que vivía en medio de un mundo pagano muy decadente, decadencia sobre todo moral. Fue obra de la Providencia divina que después de algunos siglos de un heroico testimonio público por parte de estos cristianos —tres siglos de martirio, de confesión, de coherencia de la vida—, Dios preparó el terreno e intervino para convertir al emperador Constantino, quien con el tiempo terminó por declarar a Cristo rey de la sociedad.
Hoy nos encontramos de nuevo en medio del paganismo y constituimos una minoría, por eso debemos hoy valernos de los mismos medios y vivir como los primeros cristianos. Comenzando por la familia —por eso hablé hoy de la familia—, ser testigos, confesores, unirnos y pedir a la Santísima Virgen su intervención. Ella apareció en Fátima y nos dio los medios para lograrlo, especialmente la devoción a su Inmaculado Corazón.
Para que Cristo sea nuevamente rey de nuestra sociedad es necesaria una intervención divina, y nos corresponde a nosotros preparar esa intervención.
Pregunta — ¿Qué le diría a la mujer hoy, que muchas veces quiere ser igual al hombre en todos los roles que él desempeña?
Mons. Athanasius Schneider — Esto es contrario a la naturaleza de la mujer. Una verdadera mujer quiere ser mujer… y esto, ese atractivo de la mujer, es lo que atrae al hombre. Si una mujer comienza a querer ser como el hombre, terminará por dejar de ser atractiva a los hombres, es contrario a la naturaleza. Además, ese deseo de igualarse al hombre es imposible porque la naturaleza física, biológica, psicológica, etc., en ambos es diferente y terminaría por hacer de la mujer una caricatura de sí misma y es mejor no ser una caricatura de uno mismo, sino ser natural.
Hoy se habla mucho de la ecología, todo tiene que ser natural, nada artificial, el alimento, todo “bio”, etc., ecología para los animales, para las plantas. ¿Y para el hombre, la criatura más alta de la creación? Para el hombre debe haber también una ecología antropológica natural. Entonces, que el hombre sea hombre y la mujer sea mujer, que desarrollen los dones de la naturaleza que Dios les ha dado para que exista en la sociedad una relación más bella y más armoniosa.
Pregunta — Monseñor, ¿propondría usted mejoras en la preparación de las parejas al matrimonio, para evitar uniones superficiales, separaciones e infidelidades?
Mons. Athanasius Schneider — Ciertamente es muy necesario. Es evidente que una causa de las muchas infidelidades matrimoniales, fracasos y divorcios, está en mala preparación para el matrimonio.
Pienso que la preparación para el matrimonio comienza ya en la escuela. Se debe enseñar a los hijos, a los estudiantes, la ley moral válida, la fidelidad. Sin embargo, hoy las escuelas y la vida pública están muy erotizadas, sexualizadas, existe una degradación de la noción de la sexualidad muy fuerte.
Yo pienso que la educación de los futuros esposos comienza en la familia. Entonces comiencen en las familias y en las buenas escuelas a educar a la juventud dando una buena formación moral a los niños, a las niñas y a los jóvenes explicándoles el significado del matrimonio, de la fidelidad matrimonial; y después está ciertamente la preparación inmediata en las parroquias.
Pregunta — Hay sacerdotes que se disculpan porque no existe hoy una pastoral sobre el enamoramiento o noviazgo santo fortalecido en castidad. ¿Cómo podríamos iniciarla y de qué punto partir para ofrecerla a los jóvenes?
Mons. Athanasius Schneider — Es muy necesario una pastoral, una preparación inmediata y concreta sobre el enamoramiento y el noviazgo. Educar a los jóvenes en la práctica de la virtud, de la fidelidad, del espíritu de sacrificio; enseñarles el valor de la castidad, del respeto mutuo del cuerpo, el sentido verdadero de la sexualidad y del matrimonio, es una tarea necesaria para la buena formación de nuestros jóvenes.
La juventud de hoy es pobre en materia moral porque no ha recibido una buena formación y nosotros debemos dársela. Creo que es esta una gran responsabilidad de todos en la Iglesia, comenzar en todas las parroquias programas de pastoral concretas para la formación de grupos que preparen a jóvenes en estos temas.
Pregunta — ¿Cree usted necesaria la creación de un catecismo específico sobre familia y la constitución en Roma de un órgano vaticano para la familia?
Mons. Athanasius Schneider — Ya existe en el Vaticano un dicasterio, un departamento para la familia y sobre la idea de elaborar un catecismo sobre la familia creo que es una idea muy actual y muy buena, les aconsejo a todos ustedes comenzar ya a prepararlo todos juntos.
(Nos permitimos añadir que el catecismo sobre la familia ya existe. Titulado Opción preferencial por la Familia, fue redactado por Mons. Athanasius Schneider junto con otros dos obispos hace tres años a propósito del sínodo de los obispos. Es una obra magnífica que recomendamos a todos y la pueden encontrar en la tienda virtual de www.fatima.pe).
Pregunta — ¿Cuál debe ser la actitud de los padres de familia ante la presión de la ONU y del gobierno para imponer una formación obscena los niños a través de los cursos de educación sexual?
Mons. Athanasius Schneider — Ciertamente ustedes deben defender a sus hijos. Esos currículos obscenos y eróticos son totalmente abusivos y es deber de los padres defender a sus hijos, buscar los medios legales para que esos cursos sean retirados de los currículos educativos.
Pregunta — ¿Qué opina del pedido al Papa para consagrar a Rusia al Inmaculado Corazón de María, y por qué no se ha hecho todavía?
Mons. Athanasius Schneider — El Papa Juan Pablo II hizo una consagración del mundo al Inmaculado Corazón en 1984 con una mención implícita a Rusia.
El 13 de mayo de este año, en la catedral que hemos erigido a Nuestra Señora de Fátima en Kazajistán, realizamos una gran celebración en su honor, a la cual el Papa envió en representación suya al cardenal alemán Paul Josef Cordes. Durante la misa el cardenal comentó en su homilía que después de la consagración de 1984 se reunió con el Papa en una comida y le preguntó por qué no había hecho la mención explícita de Rusia, a lo cual el Santo Padre respondió: “Porque la diplomacia vaticana me lo desaconsejó, a causa de la situación política con la Unión Soviética, etc.” es el testimonio directo de un cardenal.
Pienso que esa consagración fue ciertamente ocasión de muchas bendiciones divinas, pero creo que no fue hecha de forma perfecta, puede hacerse aún más perfecta y eso es lo que esperamos.
Pregunta — ¿Se sabe qué Papa consagrará a Rusia al Inmaculado Corazón de María?
Mons. Athanasius Schneider — No tengo el don de la profecía. Podemos esperar, desear que el Papa consagre a Rusia al Inmaculado Corazón en la forma y con las condiciones que la Virgen ha pedido, no sabemos cuándo será, pero sabemos que Nuestra Señora ha dicho que el Papa consagrará a Rusia.
Pregunta — El padre Michel Schooyans durante el pontificado de san Juan Pablo II, escribe en su libro La cara oculta de la ONU, que ésta entre otras cosas quiere impulsar el culto a la naturaleza donde se idolatra a la tierra como madre y se desvirtúa el lugar del hombre ¿Qué puede decirnos al respecto?
Mons. Athanasius Schneider — Primero cuento una anécdota sobre esta “madre tierra”: Como mi país pertenece al Asia, participé una vez de una reunión de obispos asiáticos en Manila, Filipinas. Durante algunos días, obispos y sacerdotes distribuidos en grupos de trabajo, hablamos sobre cómo mejorar las cosas en materia de liturgia y eucaristía, y en el pleno cada grupo exponía sus propuestas. Imaginen que uno de esos grupos cuyo relator era un obispo, propuso como mejora al Confiteor la siguiente modificación: “Yo confieso ante Dios todopoderoso, ante vosotros hermanos Y ANTE VOS MADRE TIERRA, que he pecado”… obviamente nosotros no aprobamos esta propuesta. Por tanto, vean hasta qué punto esta infiltración realmente pagana ha penetrado en la cabeza de muchos clérigos y sacerdotes, es un neo-paganismo dentro de la Iglesia.
Nosotros no podemos echar a esas ideas el más mínimo grano de incienso, ni colaborar con ellas; somos cristianos hijos de Dios y no podemos volvernos paganos.
Pregunta — ¿Considera al Concilio Vaticano II inadecuado o que tal vez se han tergiversado algunas de sus conclusiones?
Mons. Athanasius Schneider — Pienso que este Concilio es, hasta donde conozco, el único caso en la historia de la Iglesia en que se lo invoca abusando del relativismo doctrinal para difundir errores, hasta llevar a una protestantización de la Iglesia.
Se podría preguntar por qué otros concilios no estuvieron sujetos a un tal abuso de interpretación o de aplicación. Por el simple hecho de que infelizmente algunos textos del concilio son objetivamente en sí ambiguos, están abiertos a varias interpretaciones. Ahora bien, un texto del magisterio de la Iglesia universal jamás puede ser ambiguo, debe ser lo más claro posible.
El concilio tenía la intención de ser un evento pastoral y las cosas pastorales en sí son temporales por naturaleza, por esta razón pienso que no debemos darle demasiada importancia a esos textos que son ambiguos (algunos, no todos, ciertamente).
Pregunta — Hay muchas familias numerosas que no son felices, viven en discordia y los padres no se aman. ¿Deben mantenerse unidos solo por los hijos?
Mons. Athanasius Schneider — He hablado sobre la importancia de las familias numerosas que son siempre una bendición de Dios y que en general traen muchos beneficios. Ciertamente se dan también conflictos dentro de las familias numerosas porque todos debemos sufrir las consecuencias del pecado original y hay siempre en cada realidad humana deficiencias, defectos que pueden ocurrir también en una familia numerosa; sin embargo, las mismas discordias pueden darse también en un familia pequeña, yo mismo conozco familias con uno o dos hijos donde esas situaciones se dan.
Sin embargo, por lo general el hecho de donar a Dios numerosos hijos ya es un acto de generosidad, de sacrificio y donde hay generosidad y sacrificio se crea una atmósfera más propicia para formar una comunidad con valores positivos.
Para finalizar les cuento una anécdota a propósito de las familias numerosas. Infelizmente en nuestro país, Kazajistán, a causa de los 70 años de comunismo materialista que introdujo el aborto ya desde 1920 y después la contracepción, las familias no eran numerosas; tenían dos o tres hijos como máximo. Actualmente nuestro presidente —que es un musulmán no practicante, musulmán de tradición— ve cómo es necesario que la población crezca, que las familias tengan más hijos, y el “Día de la mujer” invitó a algunas damas al palacio presidencial a una charla sobre las familias numerosas, que era transmitida en directo por la televisión, en la cual les dijo que es necesario tener más hijos. Ahora la anécdota: En nuestra ciudad, Astaná, en un paradero de ómnibus con mucha gente esperando estaba una señora con seis hijos. Llegado el ómnibus comenzaron todos a subir y como la señora demorara para hacer subir a sus seis hijos los otros pasajeros se impacientaron. Cuando el ómnibus al fin partió le dijeron: “Señora usted bien podía haber dejado al menos a la mitad de sus hijos en casa”; y ella respondió: “Fue exactamente lo que hice”. ¡Tenía doce hijos!...
La esperanza para el futuro está siempre en la generosidad, en el darse al otro. Debemos colaborar todos —tanto en la sociedad civil como en la sociedad eclesiástica— para disminuir todas las formas de egoísmo, fomentar todas las formas de donación, de oblación y crecer en esas virtudes, sobre todo de manera más profunda e importante crecer en la fe católica verdadera, íntegra, pura, que es el fundamento de toda nuestra sociedad, de las familias y de la Iglesia.
Así, lo que deseo para todos ustedes es que conserven siempre intacta la fe católica, que crezcan en ella. El regalo más grande y precioso que Dios nos ha dado es ser católicos, es el título más alto y bello que podemos ostentar.
Para demostrar esto, de nuevo una anécdota:
El obispo de la primera ciudad donde fui obispo auxiliar —después fui transferido a la capital—, había crecido en la Unión Soviética y vivía en la clandestinidad, llegó una vez a Roma para un Sínodo. Allí fue saludado por un cardenal que empezó a presentarse a sí mismo enumerando uno por uno todos sus títulos, cuando terminó de presentarse, el obispo lo miró y le preguntó: “¿Eminencia, usted es católico?”; a lo que el cardenal respondió: “Trato de serlo”. Entonces, tratemos de ser católicos, es nuestro título más alto.
Recibí la fe católica por así decirlo con la leche materna y considero este regalo de la fe católica como el más grande y más precioso de toda mi vida, más precioso incluso que el sacerdocio y el episcopado. Deseo que todos nosotros lo conservemos siempre y que tengamos la alegría y el orgullo santo de ser católicos. Muchas gracias.
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