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jueves, 16 de marzo de 2017

Jesús, nuestro modelo

MADRE ANGÉLICA
Jesús nos mostró cómo actuar y reaccionar en cada circunstancia. Él nos amó tanto que él quería experimentar todo el dolor, la alegría, el sufrimiento, la debilidad y las consecuencias de nuestra naturaleza caída.
Aunque no tenía pecado, tomó sobre sí nuestras debilidades y, al hacerlo nos resucitó a un nivel superior.
Porque Él experimentó todo lo que somos (exceptuando el pecado), que deseaba que experimentamos todo lo que Él es.
Él ganó para cada uno de nosotros una participación divina en su misma naturaleza. A través de la fuerza de su Espíritu, que derrama gracia en nuestras almas, nos encontramos ahora hijos de Dios y herederos del Reino.

Como herederos, hay que parecerse al padre cuyos hijos somos. Como hijos, debemos parecerse al hijo cuyos hermanos que somos. Como participantes, hay que parecerse al Espíritu cuyo poder nos hace el Amado del Amor Infinito.

Este artículo es de "Madre Angélica en Cristo y la Virgen." Haga clic en la imagen para una vista previa de otros capítulos.
Su amor le hizo querer ser como nosotros y nuestro amor debe hacernos querer ser como él.
Nuestras personalidades individuales deben ser reforzadas por esas cualidades paralelas en Jesús. Si somos amables por naturaleza, a continuación, que la bondad debe tomar en la bondad divina por la gracia, que va más allá de nuestras capacidades naturales.
Esas cualidades del alma que no se parecen a Jesús deben ser cambiados y transformados en Él. Todos nos lo dará asemejarse de diferentes maneras y esta variedad a glorificar al Padre y ser una fuente inagotable de alegría para toda la eternidad.
La meta del cristiano en la vida es ser una imagen perfecta de Jesús, ya que Jesús es la imagen perfecta del Padre. Las características queridas del Maestro son cada vez impresa en la mente del cristiano. Las palabras del Maestro se queman en su corazón como lo hicieron en los corazones de los discípulos de Emaús. El cristiano llega hasta su Salvador en un acto cada vez mayor de la acción de gracias en oración por su redención y la filiación.
Él mira a Jesús en su fortaleza y trata de ser fuerte. Él ve a Jesús suave a la gente ya que él controla su ira. Admira la Misericordia de Jesús y él perdona setenta veces siete.
Se siente la compasión de Jesús y se vuelve sensible a las necesidades de los demás.
Él se humilló por la humildad de Jesús y vence su orgullo.
Él ve a Jesús heroica, valiente y sin miedo y él está asegurada.
Él mira a Jesús como Él responde a sus enemigos en un tono sereno de la voz - veraz, y sin respeto humano, con perfecto dominio de sí mismo - y trata de ser como él.
Imita sentido de la lealtad, el celo, la sencillez, nobleza y cualidades al máximo de su capacidad de amor del Maestro. Esto se convierte en una forma de vida para un cristiano, porque no está satisfecho con su Dios dando gracias, él desea darle alabanza perfecta por imitación.
Por encima de todo, que imita la manera del Maestro de amar - sin contar el costo - hasta la muerte.
"Y nosotros, con el rostro descubierto que refleja como en un espejo la gloria del Señor, todos crecemos más y más brillante a medida que vamos transformando en la imagen que reflejamos" (2 Cor. 3:18).
Nota del editor: Este artículo es de  la Madre Angélica en Cristo y la Virgen ,  que está disponible de Sophia Institute Press .

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