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martes, 7 de febrero de 2017

“El cristiano es esclavo del amor, no del deber”


DOMENICO AGASSO JR. / CIUDAD DEL VATICANO 06/02/2017



El Papa en Santa Marta: así se es libre; en cambio, los rígidos tienen «miedo» de la libertad que Dios da; no hay que ocultarse en los «Mandamientos cerrados», que son seguros pero no alegres


Los rígidos tienen «miedo» de la libertad que da Dios. Tienen miedo del bien, de la generosidad. En cambio, el cristiano es «esclavo» del amor, no del deber. No hay que ocultarse en la «rigidez» de los Mandamientos cerrados. Este es el mensaje que Papa Francisco dio hoy, 6 de febrero de 2017, durante la misa matutina en la capilla de la Casa Santa Marta. 



El Señor «ha creado el mundo para compartir su plenitud, para tener a alguien a quien dar y con quien compartirla», afirmó el Pontífice, según indicó la Radio Vaticana. Y en la «re-creación», Dios envía a Su Hijo para «arreglar»: hace «del feo un bello, del error un verdadero, del malo un bueno». Por ello, «el cristiano es esclavo del amor, no del deber». 



Cuando Jesús dice: «El padre siempre actúa, yo también actúo siempre, los doctores de la ley se escandalizaron y querían matarlo por ello. ¿Por qué? ¡Porque —respondió Bergoglio— no sabían recibir las cosas de Dios como don! Solo como justicia: “Estos son los Mandamientos. Pero son pocos, hagamos más”. Y en lugar de abrir el corazón al don, se ocultaron, buscaron refugio en la rigidez de los Mandamientos, que ellos habían multiplicado hasta 500 veces o más… No sabían recibir el don. Y el don solo se recibe con libertad. Estos rígidos tenían miedo de la libertad que Dios nos da, tenían miedo del amor». 


Francisco explicó por qué, «después de que Jesús dice eso: “querían matar a Jesús”», porque «dijo que el Padre ha hecho esta maravilla como don». Hay que «¡recibir el don del Padre!». En este regalo se encuentra el motivo por el que «hoy hemos alabado al Padre: “¡Eres grande, Señor! Te quiero tanto porque me has dado este don. Me has salvado, me has creado”. Esta es la oración de alabanza, la oración de alegría, la oración que nos da la alegría de la vida cristiana. Y no esa oración cerrada, triste, de la persona que nunca sabe recibir un don porque tiene miedo de la libertad que siempre lleva con sí un don. Solo sabe hacer el deber, pero el deber encerrado. Esclavos del deber, pero no del amor. Cuando tú te vuelves esclavo del amor, ¡eres libre! ¡Es una bella esclavitud esa! Pero estos no lo entendían». 


El Papa recordó las «dos maravillas del Señor»: la de la «creación y la maravilla de la redención, de la re-creación». 


Y después se preguntó: «¿Cómo recibo yo estas maravillas? ¿Cómo recibo esto que Dios me ha dado (la creación) como un don? Y si lo recibo como don, ¿amo la Creación, custodio la Creación? ¡Porque —insistió— ha sido un don! ¿Cómo recibo yo la redención, el perdón que Dios me ha dado, ese hacerme hijo con su Hijo, con amor, con ternura, con libertad o me escondo en la rigidez de los Mandamientos cerrados, que siempre son más seguros (entre comillas), pero que no te dan alegría, porque no te hacen libre?». 

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