lunes, 5 de noviembre de 2018

¿Quieres adorar al Niño Dios? Descansa en el vientre de María

virgen maria embarazada luz de su vientre


Vayamos a la fuente de la cual todo amor y verdad fluye al unirnos con el Niño Dios, abriéndonos a recibir nuestra dignidad de hijos de Dios  


Recientemente me encontré anhelando sostener al Niño Dios mientras contemplaba este tiempo de Navidad/Adviento, pero para mantener la disciplina y tradición decidí esperar hasta la Noche Buena para desenvolver este grandioso regalo.

Y al hacer esto, inmediatamente me encontré volteando hacia María y poniendo mi mano sobre su vientre, abriéndome para conectar con el Niño Dios ahí dentro.

Desde entonces, me encuentro uniéndome a Jesús en el vientre de María… primero desde afuera, pero luego, mientras paso tiempo con Jesús en adoración, me encuentro imaginándome que la capilla en donde estoy es el vientre de María, y empiezo a pasar más tiempo en el vientre con Jesús, abriéndome a mantenerme quieta ante Su Presencia, reposando en el amor de la Madre y del Padre Perfecto (María y nuestro Padre Celestial), tal como Jesús lo hizo… absorbiendo las verdades de mi propia dignidad e identidad como un hijo de Dios.


Y es que por esto fue que vino Jesús… para abrirnos las puertas del Cielo e invitarnos a regresar en comunión con nuestro Padre Celestial. Por Su Sangre hemos sido redimidos y recibimos de regreso nuestra dignidad e identidad, mismas que teníamos antes de la caída, siempre que hayamos elegido recibirlas.

Mi oración en este tiempo de Navidad/Adviento es que todos tengamos la gracias de reposar junto con el Niño Dios, para convertirnos en uno junto a Él, abriéndonos a la maravilla que fuimos hechos, la verdad sobre quién fuimos creados para ser.

Que entremos en la profunda gracia del tiempo de Navidad/Adviento; que lleguemos a conocer el amor de Dios, el amor de María, de una manera profunda e íntima.

Nuestro Dios anhela unirse a nosotros como Sus Hijos. Quiere que descansemos en el vientre de Su Amor por nosotros, como Jesús lo hizo a través de su vida terrenal; que conozcamos el infinito e incondicional amor y aceptación de nuestro perfecto Padre Celestial.

Quiere que descansemos también en el vientre del amor de María por nosotros como Jesús lo hizo en su vida terrenal; que conozcamos el amor de la perfecta Madre a como Él lo hizo; que podamos experimentar el amor y la aceptación incondicional del Padre Celestial por nosotros a través del Corazón Maternal de María.

Las heridas de un padre y de una madre son las heridas más profundas que se pueden tener, porque nuestras madres y nuestros padres son los primeros en reflejar y atraernos al amor de Dios.

Su último propósito al amarnos es inclinarnos hacia la receptividad del Amor de nuestro Padre Celestial y nuestra Madre; que conozcamos el amor perfecto, incondicional de Dios y su aceptación.

Pero nuestros padres se quedan cortos en la vida en diversos aspectos debido a sus propias heridas, transmitidas de sus propios padres, y así todo el camino de regreso hasta Adán y Eva. Y así, podemos permanecer pobres de corazón, sin darnos cuenta de cuán profunda, incondicional e infinitamente somos amados.

Que este tiempo de Navidad/Adviento sea un tiempo para que todos nosotros vayamos a la fuente de la cual todo amor y verdad fluye, al unirnos con el Niño Dios, abriéndonos a recibir y reclamar nuestra verdadera dignidad e identidad como “hijos de Dios”.

Mientras compartí con Sor Mary Clare mi reflexión de entrar en el vientre de María con Jesús, se sintió atraída a entrar también y después quiso compartir un poco de su experiencia:

«Medité en el absoluto silencio de toda la Creación mientras esperaba el “Sí” de María cuando el ángel Gabriel le anunció que Ella concebiría y llevaría un Hijo y Su nombre sería Jesús. Cuando María dio su “Sí”, ¡entró luz en su vientre y en este mundo! Mientras reflexionaba sobre entrar al vientre de María, vi una luz brillante y me di cuenta de que estaba con Jesús, ¡Luz del Mundo! Luego fui invitada por María a formarme tal a como ella estaba formando a Jesús en su vientre. En Su vientre estaba el Amor personificado, el gozo y la paz. ¡Me encontré descansando en este Amor, Gozo y Paz! También me di cuenta que Jesús y María me estaban pidiendo, de hecho a todos nosotros, reparar la oscuridad en los vientres de algunas madres, causada por el pecado del aborto.

Muchas madres dicen "No" a la vida en sus vientres, y sus vientres se convierten en lugares de oscuridad, faltos de amor, paz y gozo»

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