ESCRITA POR MADRE ADELA GALINDO, FUNDADORA SCTJM
Señor Jesús, en Tu Nombre y con elpoder de Tu Preciosa Sangre, sellamos a cada miembro de nuestra familia, nuestra casa, nuestros niños, jóvenes y ancianos, nuestras relaciones familiares, entre esposos, padres e hijos y entre hermanos; sellamos nuestros trabajos y negocios, nuestra salud física, espiritual, moral, mental y emocional, y cada misión apostólica que individualmente o como familia realizamos para extender el Reino de amor de los Corazones de Jesús y María. Protégenos de las acechanzas del demonio, de la carne, del mundo, o de quienes deseen hacernos daño. Con el Poder de la Sangre de Cristo sellamos toda potestad destructora en el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego, debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas de la naturaleza, en los abismos del infierno y en el mundo en el cual vivimos, nos movemos, servimos, trabajamos y convivimos en el presente y lo haremos enelfuturo.
Con el Poder de la Sangre de Cristo rompemos toda interferencia, distracción, división, insidia, venganza y acción del maligno. Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares, lugares de trabajo, de servicio, de estudios, colegios y universidades, a los hogares de nuestros amigos que visitamos, los lugares a donde vamos durante nuestras vacaciones o lugares que como familia vamos en expedición o para entretenimiento, a la Santísima Virgen María, Reina de cielos y tierra, Reina y Madre de nuestros corazones, de nuestros estados de vida y de nuestra familia y Familia Espiritual, acompañada de los Arcángeles San Miguel, San Rafael y San Gabriel, toda la corte de los Santos Ángeles, el Ángel de nuestra Familia Espiritual y nuestros ángeles guardianes.
Con el Poder de la Sangre de Cristo sellamos nuestras casas y cada uno de los miembros que en ella habita (nombrar a cada uno de ellos) y a futuros miembros de la familia. También sellamos a todos los miembros de nuestra familia extendida (abuelos, tíos, tías, primos, primas, etc.), las personas que el Señor enviará a visitarnos o en búsqueda de nuestra ayuda, las empresas y las personas con quienes trabajamos. Sellamos los alimentos, las medicinas, la ropa, los bienes espirituales y materiales que el Señor generosamente nos envía para nuestro sustento, mantenimiento, cuidado, desarrollo y crecimiento. También sellamos a todos los corazones generosos que de tantas formas nos proveen y nos cuidan. Con el Poder de la Sangre de Cristo sellamos la tierra, puertas, ventanas, pisos, paredes, objetos, equipos electrónicos, medios de comunicación, edificios, terrenos, todo lo que nos pertenece y está bajo nuestra custodia y es parte del patrimonio de la familia. También sellamos el aire que respiramos, los lugares que visitamos, los ambientes en que se desenvuelven los miembros de nuestra familia.
Con el Poder de la Sangre de Cristo sellamos los lugares y las personas con quienes nos relacionaremos. Todo lo colocamos dentro del cáliz de Tu Sangre, que contemplamos, adoramos y recibimos en la Eucaristía. Sellamos con el Poder de la Sangre de Cristo al Santo Padre, a los Obispos de nuestras Diócesis, las parroquias a las que pertenecemos y donde recibimos los Sacramentos. Sellamos todas las Diócesis en donde nuestra Familia Espiritual de los Corazones Traspasados de Jesús y María estamos presentes y servimos ahora, en el presente y en el futuro, para el bien de nuestra Madre Iglesia. Sellamos todas las mentes, corazones, intenciones de todos los habitantes y dirigentes de los países en que vivimos y del mundo entero, a fin de que den libertad plena a la Iglesia y a su misión de salvación.
Con el Poder de la Sangre de Cristo sellamos nuestra vida matrimonial, nuestra vida familiar, la pureza de los niños y jóvenes, la búsqueda auténtica de la voluntad de Dios para cada uno de nosotros. Las vocaciones de cada hijo o hija, sus estudios, profesiones y trabajos, que nunca nos desviemos del camino de la realización plena de tu plan de amor para nuestra familia y para cada uno. Que siempre estemos en búsqueda sincera de conversión y de santidad propia de la vida seglar y familiar. Que el enemigo no se interponga, no robe, atrase, adelante, copie o bloquee lo que corresponde a nuestra familia donar y comunicar a la Iglesia y al mundo.
Con el Poder de la Sangre de Cristo sellamos nuestros esfuerzos para construir un hogar digno de la persona humana. Que seamos en todo testigos vivientes de la potencia y fecundidad del amor para que nuestros hijos puedan llegar a ser hombres y mujeres que construyan una nueva cultura de amor, solidaridad, vida y verdad. Consagramos todos los frutos apostólicos que florecerán de nuestra familia. Sellamos con Tu Sangre nuestros salarios, nuestros trabajos, ahorros, nuestra economía para el bien del presente y futuro de la familia. Nos disponemos a ser administradores responsables de los bienes que nos encomiendas y nos das para nuestro sustento y desarrollo. También pedimos que nuestros corazones sean siempre generosos para ayudar al necesitado y darle oportunidades a quien no podría tenerlas.
Sellamos los vehículos y todos los medios de transporte que utilizamos por tierra y aéreos, también las carreteras que recorremos y vuelos que tomamos. Te damos gracias, Señor, por Tu Sangre, y te prometemos cumplir lo que has pedido a nuestra Familia Espiritual: “Que ninguna gota de Tu Sangre sea desperdiciada en nuestras vidas”. Que todos en nuestra familia seamos custodios de Tu Sangre, como la Virgen. Que no permitamos que Tu Sangre caiga al piso, sino que ejerza todo su poder liberador y sanador en nuestras almas, mentes, corazones, percepciones, talentos, afectos, carácter, personalidades y formas de relacionarnos. Que Tu Sangre nos sumerja con la potencia de gracia y misericordia que fluyen de ella. Que por el Poder de Tu Sangre vivamos con gozo y plenitud nuestra vocación matrimonial, nuestra vocación familiar, nuestro carisma y nuestra misión en el mundo. ¡Nos consagramos al poder salvífico y liberador de Tu Preciosísima Sangre! Libéranos del enemigo y danos plena libertad y total pureza mariana, guárdanos siempre en el manto purísimo de Tu Madre, quien recogió Tu Sangre con amor materno. ¡Amén!
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