lunes, 10 de septiembre de 2018

Papa Francisco: Puedes tener fe, pero si no haces obras tu fe está muerta

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Papa Francisco: No es buen cristiano el que no se priva de algo necesario para dar a otro que tenga necesidad. Las fe debe producir obras  


No es suficiente para nosotros simplemente decir que creemos en el Señor, que creemos en Dios y en todas sus enseñanzas, para considerarnos salvos, pues la salvación es algo que se construye hasta el final de nuestros días.

Si creemos, por ejemplo, en los diez mandamientos y tenemos fe en Dios, pero no obedecemos o actuamos de acuerdo a ellos, entonces es inútil decir que tenemos fe.

Recordemos las Palabras del Señor:

"No son los que me dicen: "Señor, Señor", los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo"


¿Y qué significa cumplir la voluntad del Padre?, pues amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.

Jesús, en el atardecer de nuestros días, nos juzgará en el amor al prójimo, todo esto lo podemos repasar en el capítulo 25 del Evangelio de San Mateo, donde Jesús pone de manifiesto que son nuestras obras de misericordia:

"...porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver"

De esta fe con obras, es a la se refirió el Papa Francisco en una de sus homilías. Al respecto, el Santo Padre dijo:

"Se puede tener tanta fe pero, como dice el Apóstol Santiago, si no haces obras está muerta, para qué sirve"

Te invitamos a profundizar la reflexión del Papa Francisco y meditarla en tu corazón:

El ayuno que quiere Jesús, en cambio, es el que suelta las cadenas injustas, deja libres a los oprimidos, viste a los desnudos y hace justicia. Éste es el ayuno verdadero, el ayuno que no es sólo exterior, una observancia externa, sino que es el ayuno que viene del corazón.

El amor a Dios y el amor al prójimo van juntos
Y en las tablas de la ley está la ley hacia Dios y la ley hacia el próximo y ambas van juntas. Yo no puedo decir: «Pero, no, yo cumplo los tres primeros mandamientos… y los otros más o menos».

No, si tú no haces estos, eso no puedes hacerlo y si tú haces estos, debes hacer esto. Están unidos: el amor a Dios y el amor al prójimo son una unidad y si tú quieres hacer penitencia, real no formal, debes hacerla ante Dios y también con tu hermano, con el prójimo.

La fe sin obras está muerta
Se puede tener tanta fe pero, como dice el Apóstol Santiago, si no haces obras está muerta, para qué sirve.

De este modo, a quien va a Misa todos los domingos y toma la comunión, se le puede preguntar: “¿Y cómo es tu relación con tus empleados? ¿Les pagas en negro? ¿Les pagas el salario justo? ¿También depositas las contribuciones para la jubilación y para el seguro sanitario?

Cuántos, cuántos hombres y mujeres de fe, tienen fe pero dividen las tablas de la ley: «Sí, sí yo hago esto»,«¿Pero tú das la limosna?», «Sí, sí, siempre envío un cheque a la Iglesia», «Ah, bien, está bien. Pero en tu Iglesia, en tu casa, con aquellos que dependen de ti, ya sean hijos, o abuelos, o empleados, ¿eres generoso, eres justo?».

Tú no puedes hacer ofertas a la Iglesia sobre los hombros de la injusticia que haces con tus empleados. Este es un pecado gravísimo: es usar a Dios para cubrir la injusticia.

Y esto es lo que el profeta Isaías, en nombre del Señor, hoy nos hace entender. No es un buen cristiano el que no hace justicia con las personas que dependen de él. Y no es un buen cristiano el que no se priva de algo necesario, para dar a otro que tenga necesidad.

El camino de la Cuaresma es éste, es doble, a Dios y al prójimo: es decir, es real, no es meramente formal. No es sólo no comer carne el viernes, hacer alguna cosita y después hacer crecer el egoísmo, la explotación del prójimo, ignorar a los pobres.

Hay quien si tiene necesidad de curarse va al hospital y dado que tiene un seguro de salud, es visitado inmediatamente. Es una cosa buena , da gracias al Señor. Pero dime, ¿has pensado en aquellos que no tienen esta relación social con el hospital y cuando llegan deben esperar seis, siete u ocho horas, incluso por una cosa urgente?”.

¿Qué haces por los demás?
Y hay gente aquí, en Roma que vive así y la Cuaresma sirve para pensar en ellos: ¿qué puedo hacer por los niños, por los ancianos, que no tienen la posibilidad de ser visitados por un médico?, que tal vez esperan ocho horas y después te dan el turno para la semana siguiente.

¿Qué haces por aquella gente? ¿Cómo será tu Cuaresma? «Gracias a Dios yo tengo una familia que cumple los mandamientos, no tenemos problemas…» Pero en esta Cuaresma, ¿en tu corazón hay lugar para aquellos que no han cumplido con los mandamientos? ¿Qué se han equivocado y están en la cárcel?

«Pero con aquella gente yo no…» Pero tú, él está en la cárcel, si tú no estás en la cárcel es porque el Señor te ha ayudado a no caer.

¿En tu corazón tienen lugar los encarcelados? ¿Tú rezas por ellos, para que el Señor los ayude a cambiar de vida? Acompaña, Señor, nuestro camino cuaresmal para que la observancia exterior corresponda a una profunda renovación del Espíritu. Así hemos rezado. Que el Señor nos dé esta gracia.

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