lunes, 15 de enero de 2018

La santidad es ordinaria

Cada año a principios o mediados de enero, la celebración de la Navidad de la Iglesia llega a su fin, lo que significa que ahora nos encontramos en lo que el mundo de habla inglesa llama "Tiempo Ordinario". Los sacerdotes vuelven a usar vestimentas verdes; escuchamos un flujo continuo de las lecturas del Evangelio de domingo a domingo; y las opciones de himnos cambian de modo de vacaciones. Sin embargo, si tuviéramos que mirar un misal o un breviario en latín o antes de las reformas litúrgicas posteriores al Vaticano II, sería difícil encontrar la frase "Tempus Ordinarium". En cambio, el latín dice "Tempus por año" o "el tiempo durante el año ".
¿Por qué lo llamamos "ordinario", entonces? En lugar de adentrarnos en los debates de la traducción a menudo encendidos, veamos un texto menos conocido que nos enseña sobre la liturgia:  el Ceremonial de los Obispos .
Además de esas temporadas que tienen su propio carácter distintivo, treinta y tres o treinta y cuatro semanas permanecen en el ciclo anual que no celebran un elemento particular del misterio de Cristo. Más bien, especialmente los domingos, estas semanas están dedicadas al misterio de Cristo en su totalidad. Este período se conoce como Tiempo Ordinario. (cap 13, n. 377)
Nuestro uso diario de "ordinario" significa trivial o estándar, no especial. La Iglesia nos dice que el "ordinario" del Tiempo Ordinario es la celebración del "misterio de Cristo  en su totalidad". "En otras palabras, la vida normal de la Iglesia es todo el misterio de Jesucristo, que Cristo derrama en nuestras vidas mediante la liturgia. En la Cuaresma, consideramos las tentaciones de Jesús, el sufrimiento y la pasión que soportó. Durante la Pascua, contemplamos la gloriosa vida de la Resurrección y el mundo venidero. En Adviento, nos preparamos para la gloriosa y terrible segunda venida y para la celebración de la primera. En Navidad, nos deleitamos en el misterio de la Encarnación del Hijo Eterno. El Tiempo Ordinario no tiene ese enfoque, pero amplía nuestra visión de todo Cristo, presente en cada uno de esos misterios y trabajando en nuestras vidas hoy.
Entonces, ¿qué hacemos con lo "ordina
rio" del Tiempo Ordinario? Al celebrar todo el misterio de Cristo, se nos recuerda que Cristo no reserva su gracia como un avaro, limitando sus dones a la Cuaresma o la Pascua u otras semanas particulares del año. El Tiempo Ordinario no es un período sin sentido entre el ciclo de Adviento / Navidad y el ciclo de Cuaresma / Pascua, lleno al azar con celebraciones que simplemente no encajan en ningún otro lugar. Es un tiempo para que aprendamos a vivir en la gracia como nuestra nueva normalidad, para que todo el misterio de Cristo se apodere de nosotros en todos los aspectos de nuestras vidas. La santidad no se reduce a un ordinario sin interés. Lo ordinario, más bien, está atrapado en el misterio de lo Santo.
Nota del editor: Este artículo apareció originalmente en Dominicana y se reimprimió aquí con un amable permiso. 

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