jueves, 16 de noviembre de 2017

Las grandes amistades comienzan por los pequeños detalles (un caso de la vida real)




Quisiera presentarte el siguiente video de una campaña publicitaria de Mc Donald´s en Francia, el cual nos muestra algunas de las etapas en las que se ve envuelta la amistad, que sin duda es esencial para la vida del hombre.

Bien, como puedes observar en el video, la amistad entre los dos jóvenes se encuentra construida por algunos signos muy particulares. El más notorio de ellos es el de los pepinillos (pickles), los cuales fundan ese lazo de complicidad que existe entre los amigos cuando uno prefiere no comerlos. No existen palabras, solo el ritmo de la diversión de un juego que se comparte, la afición por andar en bicicleta y el gusto infatigable de poder degustar una hamburguesa. Con los amigos, las miradas hablan por sí solas, nos entendemos, reímos e interpretamos lo que acontece a nuestro alrededor con el simple disfrute que significa pasar tiempo juntos. Siempre hay signos que nos identifican, que nos unen y que nos recuerdan el gran valor de nuestro vínculo.





La amistad es una relación afectiva y de confianza que se genera con aquellas personas que están a tu alrededor, con las que es fácil encontrar afinidades, gustos, alegrías, preocupaciones, triunfos, intereses y la seguridad plena de un apoyo incondicional. La amistad es entonces una gran satisfacción para el ser humano, quien ve en ella un descanso en los problemas y en los disgustos, pues es con un amigo con quien puedes compartir aquello que te desagrada, porque él estará dispuesto a llevarse consigo esa carga, para que tú te encuentres mejor. El buen amigo siempre busca el bienestar del otro.

Las bondades que ofrece la amistad son innumerables, sin embargo, ésta no se encuentra alejada de sufrir momentos de crisis, provocados por las decisiones que cada uno toma, el cambio de escuela, la elección de una profesión, las actividades en las que nos involucramos, o como se muestra en video, la aparición de una relación de noviazgo que modifica la atención de nuestro amigo. Esto ocasiona transformaciones y desestabilza los lazos existentes. Es normal que, de acuerdo a los procesos de vida y maduración, las personas que tienes a tu lado cambien constantemente, esto no significa que dejen de ser tus amigos o que quieran distanciarse de ti, solo que cada uno va desarrollando su vida de acuerdo a sus actividades.

La escuela, el trabajo, el amor, llegan de distintas maneras para cada uno de nosotros y es ahí donde, quizá, perdemos de vista los vínculos que nos unen a las personas, ya que comenzamos a darle prioridad a otras cosas. El mismo Jesús, en aquel pasaje del Evangelio de Juan (11, 19-27) en el que regresa para atender la necesidad de sus amigas Marta y María, quienes habían experimentado la muerte de su hermano Lázaro, su amigo entrañable, se encontraba realizando otras actividades para lograr la instauración del Reino de su Padre. Es por eso que Marta sale a su encuentro y le dice: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto».

Cuántas veces ha pasado en tu vida el distanciamiento con un amigo por distintas razones, y después, cuando lo encuentras nuevamente, te das cuenta de todo lo que ha vivido sin ti, te sorprendes, y con añoranza, desearías haber estado ahí para verlo sonreír, divertirse, triunfar, etc., pero sobre todo para ayudarlo a levantarse de los momentos difíciles, de los problemas familiares, los momentos de estrés, la ruptura de un noviazgo, la pérdida de su empleo o la no concreción de sus aspiraciones personales, ciertamente hubieras querido estar cerca. Pero el no vivir todos esos momentos distaría de significar la ruptura de su relación fraterna. Es natural que existan cambios que nos alejen del compartir diario, sin embargo, el llamado se centra en valorar todas aquellas situaciones en las que puedes estar lado a lado con tu amigo. La amistad es una fiel respuesta al mandato divino de Jesús, el cual nos recuerda que debemos amarnos los unos a los otros como Él lo ha hecho (Jn 15, 12-13). 

El papa Francisco nos recuerda que «un amigo no es un conocido, uno con el cual se pasa un buen rato de conversación. La amistad es algo hondo. Es necesaria la paciencia para forjar una buena amistad entre dos personas. Mucho tiempo de hablar, de estar juntos, de conocerse, y ahí se forja la amistad. Esa paciencia en la cual una amistad es real, sólida».

Jesús quiso estar con sus amigas y les dijo que Lázaro resucitaría, incitó a Marta a creer para ver la gloria de Dios (Jn 11, 40), y lo cumplió gracias al Padre, no les mintió. Un amigo jamás lo hace. Así tú, funda tu amistad en las manos de Dios y cree que Él es quien mantendrá la unidad a pesar de los cambios, del tiempo y la distancia, porque cuando es Cristo quien une se genera un vínculo total que hará que siempre estés presente en la vida de tus amigos, tus tesoros (Eclo 6, 14), aunque su relación haya comenzado al compartir unos pepinillos.

Escrito por Irwing Contreras Sánchez.

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